PARO
CAFETERO
Una
verdadera rebelión cívico-popular se desarrolló al calor del paro realizado por
los caficultores colombianos entre el 25 de febrero y el 8 de marzo de 2013. Lo
que más llama la atención es la naturaleza del movimiento en donde participaron
de una manera directa más de 120.000 manifestantes y aproximadamente un millón
y medio de personas de forma indirecta.
¿Cuál
es esa naturaleza? Para algunos analistas el paro fue cafetero, nada más. La
verdad es que esta inmensa movilización comprometió a todos los sectores del
gremio caficultor, desde el más pequeño parcelero y proletario recolector hasta
el campesino rico y el empresario cafetero que se vieron representados por el
“Movimiento por la Defensa y la Dignidad de los Caficultores”.
Pero
además, en toda la región cafetera – que hoy comprende el eje cafetero
tradicional (Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío, Norte del Valle y del
Tolima) y departamentos como los del Cauca, Huila, Nariño, Caquetá, Putumayo y
Santander –, se sumaron de diferentes formas al movimiento decenas de miles de
personas que están vinculadas al sector cafetero por lazos de trabajo
(jornaleros), comerciantes de toda clase, transportadores y compradores de
café. Fue así como el paro nacional cafetero se convirtió, en efecto, en un
gran paro cívico de la región andina colombiana.
Ello se
manifestó claramente en la escogencia que se hizo de los sitios de
concentración y de bloqueo, todos muy cerca de cabeceras de municipios
cafeteros sobre carreteras nacionales y departamentales como Bolombolo y La
Pintada en Antioquia; Irrá en Caldas; Belem de Umbría y Remolinos en Risaralda;
Calarcá en Quindío; El Líbano y Boquerón en Tolima; Piendamó, Timbío, Galíndez,
Pescador y Mondomo en el Cauca; Neiva, Garzón, Pitalito y Pescadero en el
Huila; Chachagui y El Pilón en Nariño y 15 sitios más en diversos
departamentos.
Se debe
resaltar la participación masiva del pequeño caficultor aunque todos los
sectores cafeteros estuvieron representados y fueron partícipes activos,
ya que los organizadores del paro acertaron en hacer girar el centro del
movimiento alrededor del problema del precio sin introducir el criterio de las
distinciones por dimensión de área sembrada que el gobierno quiso manejar en
las negociaciones para dividir el movimiento.
Es
destacable la solidaridad manifiesta que se expresó en dos capitales de
departamento como Popayán y Neiva, encabezada especialmente por el movimiento
estudiantil y algunas organizaciones sociales. Pero además, el paro contó con
una opinión pública francamente favorable a pesar de la campaña de desprestigio
que el gobierno intentó montar con el argumento de siempre: la infiltración de
la insurgencia o por las consecuencias que los bloqueos ocasionaban para la
población del suroccidente colombiano, donde los bloqueos a la carretera
panamericana fueron totales y absolutos.
El desarrollo del movimiento
Desde
el año pasado los caficultores colombianos venían llamando la atención sobre
diversos problemas que azotan éste sector de la agricultura nacional como la
baja producción, la pérdida del ingreso por cuenta de los bajos precios
internacionales y la revaluación del peso colombiano, el alto costo de los
insumos – especialmente los fertilizantes –, la incapacidad para pagar los
créditos bancarios y otra serie de problemas relacionados. En esa dinámica se
movilizaron a Manizales el 13 de agosto de 2012 y desde ese momento hicieron
conocer su pliego de exigencias que sólo hasta el 6 de febrero de 2013 fue
respondido por el gobierno reiterando la ayuda aprobada el año anterior de
$6.000 por arroba o $60.000 por carga de 125 kg.
Ante la
insuficiente respuesta del gobierno los caficultores colombianos se aprestaron
a cumplir con el paro anunciado para el 25 de febrero de 2013. El gobierno a
última hora intentó abortar la movilización convocando para el domingo 24 a los
dirigentes cafeteros a reunirse en Bogotá en horas de la tarde. La dirigencia
del paro no se dejó distraer y se concentraron en la realización del movimiento
que para mediados del primer día (lunes) ya tenía más de 20 sitios de
concentración a lo largo y ancho de los departamentos comprometidos, a los
cuales se sumaron contingentes importantes de cacaoteros de Santander
concentrados en La Lezama (carretera entre Barrancabermeja y Bucaramanga) de
los municipios de Cimitarra, San Vicente del Chucurí y Landázuri. Al cierre del
día se calculaban entre 80.000 y 100.000 campesinos movilizados.
El
gobierno juega al desgaste dejando que los días pasaran sin llamar a negociar e
intenta mediante la represión policial, militar y de la ESMAD desalojar a los
manifestantes de sus sitios de concentración y bloqueo, causando numerosos
heridos y detenidos en diversos lugares de movilización. Los manifestantes
consiguen el apoyo de nuevos contingentes que a finales de la semana superaban
los 100.000 manifestantes.
El
sábado 2 de marzo el gobierno se reúne con los representantes de la Federación
Nacional de Cafeteros de Colombia, gremio oficial que agrupa a la denominada
institucionalidad cafetera y aparenta un “acuerdo” alrededor del aumento de la
ayuda para la compra del café a razón de $5.500 por arroba o $55.000 por carga,
quedando en la suma de $115.000 por carga de café para caficultores con menos
de 20 hectáreas de cultivos y de $95.000 para quienes poseyeran más de 20 has.
Esa
pantomima de acuerdo fue rechazada tajantemente por la dirigencia del paro y
fue asumida como un agravio por parte de las bases cafeteras que ya no se
sienten representados por la burocracia de la Federación. Tal trampa y burla
hizo que nuevas y renovadas fuerzas de caficultores se movilizaran a los sitios
de concentración y que los bloqueos de carreteras se fortalecieran. En el Cauca
más de 5.000 indígenas nasa y Misak (guambianos) se unieron a la protesta.
Como se
puede observar la firmeza y beligerancia del movimiento cafetero desnudó las
falencias y la soberbia del gobierno que se negaba a negociar “bajo presión de
bloqueos de vías carreteables”. Mientras tanto los medios de comunicación se
encargaban de deslegitimar el paro tratando de enfrentar a la población de las
ciudades sitiadas por los bloqueos, por diferentes clases de problemas como el
desabastecimiento de combustibles y víveres, la insuficiencia de insumos
hospitalarios en algunas regiones y otras situaciones propias de un movimiento
de tal envergadura.
Es así
como en la segunda semana de paro cafetero el gobierno se ve obligado a entablar
conversaciones directas con los organizadores del paro, encargando al
vicepresidente Angelino Garzón y al seudo-ministro “Lucho” Garzón la labor de
mediadores, convocando para el miércoles 6 de marzo a la ciudad de Pereira a
los organizadores del paro para buscarle una salida negociada al conflicto.
Los logros del paro
La negociación del pliego cafetero se centró en el tema del precio del café. El movimiento cafetero exigía un precio de sustentación alrededor de $700.000 por carga. Al final de dos días largos de negociaciones se acordó lo que el gobierno llamó un apoyo para la Protección del Ingreso Cafetero PIC que consiste en un valor de $145.000 por carga de 125 kg sobre el precio publicado por la Federación. Es así como se obtiene un incremento de 141% sobre la cifra de $60.000 y de 26% sobre los $115.000 que el gobierno había ofrecido en su frustrada negociación del 2 de marzo con la Federación.
De
acuerdo al Acta del convenio “Cuando el precio base de compra sea inferior a
los $480 mil por carga de café pergamino seco de 125 Kg., el PIC será de $165
mil por cada carga de café pergamino seco de 125 Kg.”. Así mismo se establece
que “Este apoyo se entregará a los caficultores cuando el precio base de compra
publicado por la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia sea inferior a
los $700 mil por carga de café pergamino seco de 125 Kg.” y “En ningún caso la
suma entre el precio base de compra y el PIC será superior a los $700 mil por
carga de café”.
Es así
como el punto central del movimiento se acerca a las expectativas de los
caficultores colombianos representando para el gobierno la asignación de una
partida de $830.000 millones de pesos del presupuesto nacional para cubrir
dicho subsidio; monto de recursos económicos que irrigará la economía de más de
550 municipios cafeteros de 14 departamentos.
Para
los demás puntos del pliego – créditos, costo de fertilizantes e insumos,
minería en zonas cafeteras, importación del grano y otros – se acordaron mesas
de trabajo con presencia ministerial que “sesionarán por 90 días a partir de la
fecha de su instalación, para deliberar y obtener conclusiones,
recomendaciones, acuerdos o decisiones”.
Entre
los principales logros del paro se debe destacar haber vinculado a la lucha
social (y política, en el mejor sentido de la palabra) a cientos de miles de
productores cafeteros, que si bien habían luchado en la década de los años 90s
del siglo XX por condonación de deudas bancarias y otros puntos relacionados,
no lo habían hecho con la beligerancia, organización y cohesión que demostraron
en esta ocasión.
Así
mismo, además de la importante solidaridad obtenida por el movimiento a lo
largo y ancho de la región cafetera, se podría afirmar que ésta histórica
jornada va a inaugurar una nueva oleada de luchas sociales que están
relacionadas íntimamente con las consecuencias de la aplicación de las
políticas neoliberales impuestas en Colombia, que por efecto de la
criminalización de la lucha social y la dura represión de las últimas décadas
no había logrado la dimensión política que ha conseguido en el resto de
Sudamérica.
Algunos significados del paro cafetero
Esta
gran expresión de rebelión cívico-social y política ha demostrado que:
La crisis del sector agropecuario es profunda, estructural y se va a manifestar con mayor fuerza en el inmediato futuro en otros sectores productivos como el lechero, ganadero, arrocero, etc. Todo el modelo de apertura y de “libre comercio” ha sido puesto al desnudo. Las clases campesinas van a protagonizar nuevas luchas relacionadas con la política productiva y económica del país.
La crisis del sector agropecuario es profunda, estructural y se va a manifestar con mayor fuerza en el inmediato futuro en otros sectores productivos como el lechero, ganadero, arrocero, etc. Todo el modelo de apertura y de “libre comercio” ha sido puesto al desnudo. Las clases campesinas van a protagonizar nuevas luchas relacionadas con la política productiva y económica del país.
La situación del sector cafetero colombiano es de una insondable gravedad, no
sólo por su baja producción y por los bajos niveles del ingreso del caficultor,
sino porque todo el modelo productivo está en cuestionamiento y profunda
crisis. La subordinación de los pequeños caficultores a los grandes
exportadores colombianos y de todo el sistema cafetero colombiano a los
intereses de las grandes transnacionales tostadoras y comercializadoras de
café, es un hecho que se traduce en tal lamentable circunstancia.
La Federación Nacional de Cafeteros de Colombia es una institución
paquidérmica, de tipo “corporativo”, controlada por el gobierno, alejada de los
intereses de los caficultores, burocratizada y clientelizada, que requiere de
una transformación democrática para ser puesta al servicio de los intereses de
las amplias mayorías de productores.
El mapa cafetero ha cambiado. La producción se ha desplazado a departamentos
como el Huila, Cauca y Nariño, en donde los pequeños y medianos productores han
podido resistir – relativamente – la crisis del sector cafetero, acudiendo a
mano de obra familiar y adecuando su cafetal a dinámicas de economía parcelaria
campesina.
Se puede afirmar que una gran parte de los campesinos actuales tienen un pié en
la finca y otro en un centro urbano en donde la familia encuentra educación y
otros servicios públicos, pero además en donde se rebuscan económicamente
combinando labores como la pequeña industria, artesanía, comercio,
construcción, etc. El campesinado colombiano del siglo XXI es esencialmente
distinto del que existía en el siglo XX.
Este gobierno de Juan Manuel Santos es muy débil frente al movimiento social.
No sólo hubo imprevisión e incapacidad de leer la situación de los productores
de café sino que existió una combinación de prepotencia, torpeza y soberbia a
la hora de enfrentar el paro, lo cual en gran parte fue uno de los
determinantes del éxito del movimiento.
La concreción de las reivindicaciones cafeteras (precios, créditos, costo de insumos.) de fácil comprensión para el conjunto de los productores cafeteros, constituyó la base de la fortaleza del movimiento. Se unificó a todos los sectores y la consigna del precio movía a todas las partes interesadas. Grandes masas de productores dieron un paso hacia la protesta social. Esa es su fortaleza.
La concreción de las reivindicaciones cafeteras (precios, créditos, costo de insumos.) de fácil comprensión para el conjunto de los productores cafeteros, constituyó la base de la fortaleza del movimiento. Se unificó a todos los sectores y la consigna del precio movía a todas las partes interesadas. Grandes masas de productores dieron un paso hacia la protesta social. Esa es su fortaleza.
La
perspectiva inmediata es encontrar puntos de acción coincidentes con otros
sectores de la producción agropecuaria lo que le dará a la lucha y al
movimiento un nivel superior en las reivindicaciones económicas y políticas. El
camino ha quedado desbrozado.